Hoy, toda la atención del mundo se centra en Ucrania y en la clara determinación de Vladímir Putin de desafiar la arquitectura de seguridad vigente en Europa establecida tras la caída del Muro de Berlín en 1989.Pero independientemente de cómo evolucione la actual crisis ruso-ucraniana, existe un desafío geopolítico de mayor calado —que supera las fronteras de la vieja Europa— y que viene gestándose desde hace años entre Pekín y Moscú.El pasado 4 de febrero, tras el encuentro personal entre Xi y Putin con motivo de los JJOO de Invierno Pekín 2022, ambos países emitían un comunicado conjunto de unas 6.000 palabras —el más extenso desde el cisma chino-soviético de la década de los sesenta— que necesariamente hemos de interpretar como un manifiesto para el establecimiento de un nuevo orden global. Esta declaración —de necesaria lectura— recoge fundamentalmente las nuevas prioridades geopolíticas de China, aderezadas —en menor medida— con algunos objetivos estratégicos rusos.

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