Una gran parte de los grandes ejecutivos españoles, presidentes de compañías, miembros de comité de dirección, CEOs, etc. no asumen como suya la definición de VIPs, ya que no consideran tener la suficiente relevancia para atribuirse dichas siglas y asumir una capa más de seguridad/ciberseguridad que el resto de las personas de su organización.

Al tratar este tema con ellos, es muy habitual el uso de frases por su parte como: “quién va a querer atacarme a mí, yo no soy tan importante, yo no necesito eso…”

Creemos firmemente que estas personas deben aceptar que el individuo no es importante por su nombre, sino por lo que representa.

Al ostentar un cargo de alta responsabilidad en una compañía, el nombre del directivo se asocia a la marca de esta y hace que, inmediatamente, se vea expuesto a grandes riesgos y ese presidente, CEO, consejero… se convierta en una posible puerta de entrada a la organización y en objetivo por la mayor exposición de esta figura en todos los ámbitos de su día a día.

Por lo tanto, es necesario valorar correctamente el grado de exposición de este reducido grupo de directivos de forma personalizada, sin caer en la aplicación generalizada de los estándares corporativos, para determinar qué capa de protección específica de seguridad/ciberseguridad requieren, con el fin de minimizar el riesgo que supone para la compañía.